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Atreverse a contar la historia, mi presentación de «Juegos de niñas y ñoños»

Presentar un libro #

Aunque soy editor y junto a la Pajarito ya hemos publicado más de veinte títulos, nunca he presentado un libro. Siempre le dejamos esa tarea a otras personas.

Siempre, también, hay una primera vez.

En Trazos de Aves publicamos «Juegos de niñas y ñoños: Una breve memoria (no) binaria». Es la autobiografía de ChaTo, investigadore en la UPF. El libro «entrelaza la evolución científica y de persona no binaria de su autore, navegando constantemente entre múltiples dualidades profesionales, de género, de país, sin situarse definitivamente en ninguna de ellas».

Portada del libro, con arte de María Belén Panizo

ChaTo vive en Barcelona, pero tenía planificado viajar a Chile en abril, justo el mes en que la editorial hace los lanzamientos de sus libros. En el lanzamiento de nuestra bandada de libros-ave, la presentación estuvo a cargo de la académica y escritora Gabriela Arriagada-Bruneau. En ese evento, en la Biblioteca de Santiago, se presentaron también Mis amigos imaginarios no tenían ojos, de Nadroj Zedrig; Calicata del mañana, de Verónica Arévalo Gutiérrez; y sagrado corazón, de ester reyes. Fue un evento precioso, y, afortunadamente, ¡no fue el único!

Hubo otros dos eventos de lanzamiento: en el Instituto Milenio Fundamentos de los Datos (IMFD), y en la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile (Beauchef), en el contexto del Día del Libro. La siguiente foto es de este último evento, donde también estuvo en el público mucha gente que había sido parte de la vida de ChaTo, incluyendo su guía doctoral (que también fue mi guía, por lo que somos hermanes académiques).

Una foto recuerdo del tercer evento, en Beauchef 851: Ricardo Baeza-Yates, ChaTo y dos zorzales.

El texto que sigue es lo que leí en la presentación en el Instituto Milenio Fundamentos de los Datos, en una sesión organizada por Marcelo Mendoza (¡muchas gracias!). También presentó el libro Karen Vergara, Directora de Incidencia y Vicepresidenta de ONG Amaranta. Karen es Magíster en Género y Cultura, y parte de su investigación y trabajado ha vinculado género y tecnología. Era una persona ideal para presentar el libro, fue un honor compartir ese espacio con ella.

De azul: Mabe Panizo (artista). De varios colores: Karen Vergara (ONG Amaranta). Con un tablet celeste: Marcelo Mendoza (IMFD).


Para comentarles «Juegos de niñas y ñoños» debo ponerles en contexto de por qué este libro es importante para mí. Me enfocaré en la parte ñoña, puesto que Karen es experta en género y tecnología. Ahora bien, de todos modos tengo una reflexión sobre género para compartir al final.

Comenzaré relatando brevemente tres escenas de mi vida en las que ChaTo estuvo presente, que permitirán poner en contexto mi apreciación del libro.

Escena 1: La tesis de recolección #

Conocí a ChaTo mientras elle hacía su tesis doctoral en Beauchef. Yo era estudiante de pregrado, en computación, y ayudante de investigación de su guía doctoral, Ricardo Baeza-Yates. Al ver el código que había hecho ChaTo, en lo que se llamó el crawler WIRE, un programa para recolectar páginas web, pensé en lo talentosa que era, que me gustaría poder programar algo así. También pensé que ese trabajo estaba a un nivel superior al mío. Esto fue a mediados de los 2000.

Sitio del Center for Web Research, del cual ChaTo formó parte mediante su proyecto WIRE.

Sigo admirando ese código en C++, puesto que trabajé con WIRE por muchos años, incluso después de que ChaTo se doctorara, habiendo dejado atrás ese proyecto. Era una herramienta vital en una web donde todavía había vida fuera de los silos que conforman las «redes sociales» actuales. La utilizamos para crear buscadores de contenido en sitios del gobierno, como ChileClic. Esto fue a mediados de los 2010.

Escena 2: «¿Cuál es tu historia?» #

Mi esposa, la Pajarito, se fue conmigo a Barcelona. Yo hice el doctorado en el mismo laboratorio donde trabajaba ChaTo, Yahoo! Research. Al poco tiempo de estar allí, ChaTo me invitó a almorzar. No fue la única persona con la que almorcé allá, pero sí fue la única de les investigadores que me invitó, pues tenía ticket restaurant y yo, como estudiante, no tenía. Así que compartió uno conmigo.

Apenas nos sentamos, me preguntó: «¿Cuál es tu historia?». Hasta ese momento nadie me había preguntado algo así. Así que comencé a pensar en mi historia y mi viaje con la Pajarito. Elle me contó algunas cosas que no he olvidado todavía, como que no haría de nuevo una tesis como WIRE, porque era menos de investigación y quizás, para lo que hacía en ese momento, le habría servido algo más teórico. Eso me chocó porque yo admiraba su trabajo y quería que mi tesis también fuese así de aplicada.

Le conté de mi fascinación con el estado de bienestar español, y de cómo me gustaría que Chile fuese así. Quizás por la manera en que lo dije (imagino que fue algo categórico, como si España fuese lo mejor y Chile lo peor), me advirtió que tuviera cuidado en Chile, porque «a los iluminados no los quiere nadie». Hasta hoy sigo aplicando ese consejo, el de no parecer un iluminado que conoce la verdad. Aprendí a diferenciar, y puedo decir que después de haber vivido en España dos veces y por varios años, más razón y sensatez veo en lo que me dijo ChaTo.

Es cierto que España es un buen país, pero mi juventud y mi entusiasmo me hicieron idealizar muchas cosas. Volví a esta conversación varias veces en el transcurso de los años.Descubrí que no es lo mismo iluminarse que iluminar el camino de quienes trabajan conmigo, mis estudiantes y colaboradores.

Tal como relata en su libro, ChaTo se mudó a Qatar desde Barcelona. Y yo, como le admiraba, estaba al tanto de lo que escribía y publicaba. Así fue siempre, incluso en pandemia. Fue allí cuando un día vi que publicó streams haciendo de DJ y fotos con las uñas pintadas. Pensé en ese momento que era el primer hombre que yo conocía que se las pintaba. Y lo encontré genial: un acto tan pequeño podía hablar muchísimo de uno. Pensé que se requería valentía.

Escena 3: Presentación en KDD y escribir un libro #

El año pasado vi en LinkedIn que ChaTo dio una charla sobre diversidad en la conferencia Knowledge Data Discovery (KDD). A esa altura ya sabía que era una persona no-binaria, pero desconocía el trasfondo de esa transición. La charla, que estaba transcrita en su blog, hablaba de su experiencia en ese camino. Así entendí momentos, gestos, algunas palabras, algunas situaciones del pasado. Tuve mucha curiosidad. Veía en ChaTo alguien que tenía una vida similar a la mía, de cierto modo, elle había adelantado el camino de la investigación, y yo seguía algunos de sus rastros; también era una persona con una pareja estable por mucho tiempo, tal como la Pajarito y yo. Sin embargo, hasta ese momento yo no había sido capaz de ver más allá de la superficie en nuestras interacciones previas.

Digo «hasta ese momento» porque esa publicación se hizo un año después de que yo recibiera mi diagnóstico de autismo, lo que también involucra un cambio personal en la percepción e identidad, tanto interna como externa. Teniendo ese conocimiento pude prestar atención e interesarme de manera más profunda. Esta vez, yo quería preguntarle: «¿Cuál es tu historia?».

Meses después tuve la fortuna de viajar a Barcelona. Le escribí a ChaTo y nos tomamos un café en la UPF. Como en ocasiones anteriores, imagino que elle había pensado que quería charlar de investigación. En cambio, con la Pajarito queríamos inaugurar una colección de no-ficción y estábamos buscando un libro para hacerlo. así que le pregunté si le gustaría escribir un libro con su historia. Su respuesta fue «ya lo escribí». Me alegró saber eso, y enseguida pensé: «ojalá no tenga editorial».

Eso comenzó las conversaciones. Y, cuento corto, aquí estamos todes, en el lanzamiento del libro.

La parte ñoña también es identitaria #

Ahora bien, entiendo que gran parte del público se interesará por la parte «Juegos de niñas», que se enfoca en los temas de género y transición en la vida de ChaTo. Estoy seguro que Karen les comentará cosas muy interesantes al respecto. Yo, por mi lado, me enfocaré en la parte que más me identifica: «Juegos de ñoños». Es un libro completo para nerds como yo, no solo por la historia de ChaTo, sino porque es la historia de la computación moderna en Chile.

ChaTo nos lleva por un viaje en el que usamos máquinas que evolucionan, que adquieren potencia, que adquieren capacidades, que adquieren, incluso, colores: sus primeros pasos programando en LOGO para mover a una tortuga en la pantalla eran monocromáticos, en contraposición a lo coloridas que son sus uñas y su vestimenta hoy. Disfruté mucho este aspecto del libro, porque no solo tiene un valor histórico, sino también nostálgico.

Además, la parte ñoña muestra la cultura pop como un refugio. En particular, el refugio de ChaTo fueron la literatura de ciencia ficción y los videojuegos. De hecho, antes de publicar este libro, durante el proceso de edición, le hablé de elle al dueño de una librería, que curiosamente conoció a ChaTo en la adolescencia. Me dijo que había sido amigo de su hermano, y que ChaTo les copiaba juegos piratas. Es un mundo pequeño y entrelazado, tal como la red que describe le autore en el libro:

Un científico no es una persona aislada, es un nodo en una red, y toda la red se mueve, avanza.

La red se pone de manifiesto en la importancia de que alguien te observe y te apoye. En este libro constantemente vemos la influencia y la guía de otras personas, desde el abuelo con sus crucigramas, la profe Carmen con su motivación, sus superiores en el trabajo, que le demostraron a ChaTo que por muy alto que se esté, siempre es bueno tener los pies sobre la tierra… y a veces esa persona no es alguien que está «sobre une», sino que es una amiga, una pareja, que nos muestra un camino que no podíamos ver.

No daré más detalles ñoños porque eso está en el libro. Pero les aseguro que encontrarán todo tipo de aventuras, como hackear sistemas de la universidad para encontrar verdades ocultas o el rol inesperado de ChaTo en EJE (sí, ese evento religioso). Quizás lo más ñoño que puedo decir es que ChaTo debió crawlear o recolectar sus recuerdos y vivencias para crear este libro, tal como su programa WIRE recolectaba la web.

De cierto modo, soy un hombre cis heterosexual, o al menos he vivido como uno por más de cuarenta años. Mi diagnóstico de autismo me hizo darme cuenta de que mi relación con el cuerpo estaba incompleta. Existe una experiencia que va más allá de la identidad sexual, en la relación con el cuerpo, en la relación con une misme. Le hablé de esto en ese café en la UPF, y ChaTo me dijo:

La gente que es rarita suele serlo en más de una manera.

No supe en esa conversación que la frase ya estaba en el libro. Y sí, todes tenemos algo de rarito, rarita, rarite. Este libro será atractivo para todas esas personas, sean ñoñas o no.

Para terminar, esta obra pone sobre la mesa otro tema, que creo es relevante para quienes somos o hemos sido hombres: el crecimiento personal a costo del bienestar de las mujeres. Hay un reconocimiento a eso, un camino con el que muchos hombres nos podemos identificar, en el que hemos cometido no solo errores, sino imposiciones, algunas incluso con violencia. La sociedad nos enseña a ignorar el saco de las culpas y pasárselo a nuestras parejas (o triejas como se cuenta en el libro), y aquí eso se revela de manera descarnada, honesta y, por supuesto, dolorosa. El viaje de ChaTo nos muestra que hay esperanza. Hay esperanza de reparación, también de aprendizaje y transformación.

Dicen que hay que tener cuidado al mirar un abismo porque este puede mirarte de vuelta. Este libro es igual de peligroso. Por eso inaugura nuestra colección Quisquito Rosado, que contiene libros-cactus: libros bellos y resilientes como un cactus. Pero, tal como en la investigación, si no se abraza ese peligro, no encontraremos lo que buscamos. Este libro contiene la respuesta de ChaTo que yo buscaba: «¿Cuál es tu historia?». La respuesta maravilla como un cactus florecido, pero para apreciarlo necesitamos aceptar que también tenemos espinas.